Bajo el título Una santa de santos, Troy Hinkel ha escrito un artículo muy interesante en el sitio católico Prayer & Perspective en el cual habla sobre su retorno a la Iglesia católica, su encuentro con la vida y la obra de santa Teresita de Lisieux, pero, sobre todo, con el contexto familiar de la “más grande santa de los tiempos modernos” (como la llamó san Pío X).

Factor decisivo de la santidad de Teresita fueron sus padres, Zélie y Louis Martin, ahora también santos, y su matrimonio fecundo en vocaciones religiosas, además de la pequeña santa del “caminito espiritual”.
De ellos, Hinkel extrae cinco claves que pueden ayudar a crecer en cercanía con Jesús a través de la familia y de la vocación como padre y como esposo.

1. Reconoce que el matrimonio es una vocación

Hay que recordar que Louis y Zélie, cada uno por su cuenta, querían entrar en la vida religiosa. Tras ver que sus esfuerzos no fueron apoyados, Louis conoció a Zélie a través de un encuentro providencial con su futura suegra Louise-Jeanne. Después de un breve cortejo, se casaron.

En principio, los Martin batallaron para conocer el plan de Dios: querían servirle con pobreza, castidad y obediencia. Vivieron “como hermanos” por diez meses, hasta que su director espiritual los animó a cumplir con el designio de Dios en su matrimonio.

Los Martin descubrieron que el matrimonio también es un llamado de Dios y una hermosa manera de servirlo. Tuvieron nueve hijos (de los cuales seis sobrevivieron; la menor: Teresita). Leyendo su vida, se descubre que, en efecto, el matrimonio es un legítimo camino para lograr la santidad.

2. Llena tu vida marital con oración y esperanza

La casa de los Martin se llenaba cada día con oración; oración que solo aumentó sus virtudes, las cuales eran muchas. Louis convirtió una habitación de forma irregular de su casa (su hija Celine la describió como una torre de forma hexagonal) en la sala de oración.

A la familia y a los invitados se les permitía visitarlo cuando estaba allí, pero sólo si deseaban discutir las cosas de Dios. En un lado de la pared había escrito, “Dios ve todo” y en el lado opuesto: “La eternidad está cerca”.

Esto resume la manera como él y Zélie vivieron sus vidas; reconociendo plenamente la Providencia -siempre presente- de Dios que conducía a una conversación continua con Él y que llenaba su vida diaria de una de las tres virtudes teologales, quizá la que mejor define a los Martin: la esperanza.

Era la virtud que les permitía transformar cualquier evento trágico en una razón para acercarse a Dios.

3. Deja a Jesús que purifique tu amor marital

Los Martin se daban totalmente a Dios, dándose totalmente el uno al otro. Compartían todo: sus batallas, sus miedos, sus metas y sus victorias. Su prioridad era pasar el mayor tiempo del día juntos, conversando, comiendo y recreándose con la familia.

Rezaban por separado todos los días, pero también rezaban en familia, especialmente el domingo o entre semana el Rosario. Frecuentaban el Santísimo Sacramento y dejaban entrar en ellos a Cristo como fuente de amor verdadero.

Las cartas que Zélie le escribía a Louis en sus numerosos viajes de negocios, después de 15 años de casados, estaban llenas de largos párrafos de amor, respeto, confianza y admiración. No podía esperar a su retorno, parecía una chiquilla enamorada y no la madre madura de nueve hijos…

4. No te desanimes por las imperfecciones

Tenemos la idea de que los santos son seres humanos perfectos, alimentados por la gracia en contra de errores y batallas. Por supuesto que esto es falso. Celine, una de sus hijas y biógrafa, así como otros investigadores de la vida de los Martin, no se ahorraron estos pasajes donde es notoria la imperfección.

Por ejemplo, en uno de sus viajes a París, Louis escribió a Zélie que había encontrado la moralidad muy laxa y mucho libertinaje en las costumbres. La forma de vestir de las damas hacía tambalear la castidad de corazón de Louis.

Zélie batalló con su ansiedad y sus temores, especialmente observando a su hija Leonie, que era la que podría haber sido más rebelde.

Las comparaciones con Leonie y las parisinas, al final, resultaron totalmente infundadas. Leonie respondió mucho mejor que los temores de su madre, y terminó haciéndose monja, pero no con las carmelitas, como sus hermanas, sino con las de la Visitación.

5. Santifica el descanso y el trabajo

Ambos, Louis y Zélie se negaron a abrir sus tiendas en domingo, aun cuando sus competidores lo hacían, al menos por la tarde de ese día, logrando mejores negocios que los Martin.

Zélie decía que la razón por la que ella y su marido tenían dinero era porque seguían los mandamientos de la ley de Dios.

Pasaban ese día con sus hijas, atendiendo sus necesidades de todo tipo, materiales o espirituales. Llevaban esa misma perspectiva a los días de trabajo. Siempre insistieron en servir a sus clientes, seguido de sus trabajadores, antes de servir a su bolsillo.

Sin embargo, su casa, aunque no era rica, jamás fue fustigada por la pobreza o por problemas financieros, aunque uno podría haber pensado que no les importaba mucho hacer dinero.
Aleteia
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