Esas fueron las primeras palabras que me dijo una señora a la puerta de la sacristía. No sabía exactamente lo que quería decir y entré en conversación.
Pensé en los planetas de qué les pasaría si estuvieran fuera de órbita. Me parece a mí que irían incómodos, danto tumbos, errantes. Quizá a las personas nos pase algo igual.
Pero yo quería saber algo más y esta persona venía a rezar un poco, pero antes estaba hablando conmigo. Le pregunté a qué se refería y me dijo que iba tirando, cumpliendo, pero no estaba en la órbita de la santidad.
Ya entonces entendí lo que pasaba y eso es algo común en muchos cristianos. Los santos esos sí están en órbita.
A parte de darle el sacramento de la penitencia, que nos ajusta un poco, le animé a empezar de nuevo. Siempre estamos empezando, cada día y, en ocasiones, varias veces al día. Esa lucha por intentar vivir la llamada a la santidad, ya es estar en órbita, ya es santidad.
Pensé en los planetas de qué les pasaría si estuvieran fuera de órbita. Me parece a mí que irían incómodos, danto tumbos, errantes. Quizá a las personas nos pase algo igual.
Pero yo quería saber algo más y esta persona venía a rezar un poco, pero antes estaba hablando conmigo. Le pregunté a qué se refería y me dijo que iba tirando, cumpliendo, pero no estaba en la órbita de la santidad.
Ya entonces entendí lo que pasaba y eso es algo común en muchos cristianos. Los santos esos sí están en órbita.
A parte de darle el sacramento de la penitencia, que nos ajusta un poco, le animé a empezar de nuevo. Siempre estamos empezando, cada día y, en ocasiones, varias veces al día. Esa lucha por intentar vivir la llamada a la santidad, ya es estar en órbita, ya es santidad.