Festividad de la Cátedra de San Pedro
Una celebración que nos recuerda la centralidad del Papa en la vida de la Iglesia
Una celebración que nos recuerda la centralidad del Papa en la vida de la Iglesia
Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de
San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la
que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San
Pedro.
La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la
palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que
predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la
"sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por
ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.
El Venerable Juan Pablo II recordó que "la festividad litúrgica de la
Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió
al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la
unidad de la fe. En esto consiste el 'ministerium petrinum', ese
servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el
pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas
humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad
eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de
culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las
verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".
Palabras de SS Benedicto XVI, en el Santuario de Santa Maria “De Finibus Terrae”: La unidad del principio mariano y petrino.
La fe de san Pedro y la fe de María se unen en este santuario. Aquí
se puede constatar el doble principio de la experiencia cristiana: el
mariano y el petrino. Ambos, juntos, os ayudarán, queridos hermanos y
hermanas, a "recomenzar desde Cristo", a renovar vuestra fe, para que
responda a las exigencias de nuestro tiempo. María os enseña a
permanecer siempre a la escucha del Señor en el silencio de la oración, a
acoger con disponibilidad generosa su palabra con el profundo deseo de
entregaros vosotros mismos a Dios, de entregarle vuestra vida concreta,
para que su Verbo eterno, con la fuerza del Espíritu Santo, pueda
"encarnarse" también hoy en nuestra historia.
María os ayudará a seguir a Jesús con fidelidad, a uniros a él en la
ofrenda del sacrificio, a llevar en el corazón la alegría de su
resurrección y a vivir con constante docilidad al Espíritu de
Pentecostés. De modo complementario, también san Pedro os enseñará a
sentir y a creer con la Iglesia, firmes en la fe católica; os llevará a
gustar y sentir celo por la unidad, por la comunión; a tener la alegría
de caminar juntamente con los pastores; y, al mismo tiempo, os
comunicará el anhelo de la misión, de compartir el Evangelio con todos,
de hacer que llegue hasta los últimos confines de la tierra.
De los sermones de san León Magno, Papa
(Sermón 4 en el aniversario de su consagración episcopal, 2-3: PL 54, 149-151)
De todos se elige a Pedro, a quien se pone al frente de la misión universal de la Iglesia, de todos los apóstoles y los Padres de la Iglesia; y, aunque en el pueblo de Dios hay muchos sacerdotes y muchos pastores, a todos los gobierna Pedro, aunque todos son regidos eminentemente por Cristo. La bondad divina ha concedido a este hombre una excelsa y admirable participación de su poder, y todo lo que tienen de común con Pedro los otros jerarcas, les es concedido por medio de Pedro.
(Sermón 4 en el aniversario de su consagración episcopal, 2-3: PL 54, 149-151)
De todos se elige a Pedro, a quien se pone al frente de la misión universal de la Iglesia, de todos los apóstoles y los Padres de la Iglesia; y, aunque en el pueblo de Dios hay muchos sacerdotes y muchos pastores, a todos los gobierna Pedro, aunque todos son regidos eminentemente por Cristo. La bondad divina ha concedido a este hombre una excelsa y admirable participación de su poder, y todo lo que tienen de común con Pedro los otros jerarcas, les es concedido por medio de Pedro.
El Señor pregunta a sus apóstoles qué es lo que los hombres opinan de
él, y en tanto coinciden sus respuestas en cuanto reflejan la
ambigüedad de la ignorancia humana.
Pero, cuando urge qué es lo que piensan los mismos discípulos, es el
primero en confesar al Señor aquel que es primero en la dignidad
apostólica. A las palabras de Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo, le responde el Señor: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque
eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está
en el cielo.
Es decir: «Eres verdaderamente dichoso porque es mi Padre quien te lo
ha revelado; la humana opinión no te ha inducido a error, sino que la
revelación del cielo te ha iluminado, y no ha sido nadie de carne y
hueso, sino que te lo ha enseñado aquel de quien soy el Hijo único».
Y añade: Ahora te digo yo, esto es: «Del mismo modo que mi Padre te
ha revelado mi divinidad, igualmente yo ahora te doy a conocer tu
dignidad: Tú eres Pedro, que soy la piedra inviolable, la piedra angular
que ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, yo, que soy el
fundamento, fuera del cual nadie puede edificar, te digo a ti, Pedro,
que eres también piedra, porque serás fortalecido por mi poder de tal
forma que lo que me pertenece por propio poder sea común a ambos por tu
participación conmigo».
Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. «Sobre esta fortaleza –quiere decir– construiré el templo
eterno y la sublimidad de mi Iglesia, que alcanzará el cielo y se
levantará sobre la firmeza de la fe de Pedro».
El poder del infierno no podrá con esta profesión de fe ni la
encadenarán los lazos de la muerte, pues estas palabras son palabras de
vida. Y del mismo modo que lleva al cielo a los confesores de la fe,
igualmente arroja al infierno a los que la niegan.
Por esto dice al bienaventurado Pedro: Te daré las llaves del reino
de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo
que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
La prerrogativa de este poder se comunica también a los otros
apóstoles y se transmite a todos los obispos de la Iglesia, pero no en
vano se encomienda a uno o que se ordena a todos; de una forma especial
se otorga esto a Pedro, porque la figura de Pedro se pone al frente de
todos los pastores de la Iglesia.
Oración
Dios todopoderoso, no permitas que seamos perturbados por ningún
peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Por
nuestro Señor Jesucristo.
Artículo publicado originalmente por corazones.org
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