Benedicto XVI ha roto su silencio para pedir que se superen dos concepciones del Estado que incurren en sendos radicalismos de signo distinto. Por un lado, está el del “Estado radicalmente ateo”, y por otro, el “surgir de un Estado radicalmente religioso en los movimientos islamistas”. Las consecuencias de uno y otro exceso, advierte el Papa emérito, se dejan sentir hoy “cada día”.
Joseph Ratzinger hacía estas consideraciones, recogidas por la agencia Zenit, en una carta enviada a los participantes a un simposio en su honor en Varsovia, con el título El concepto del Estado en la perspectiva de la enseñanza del cardenal Joseph Ratzinger.

El encuentro está patrocinado por la Fundación Ratzinger y por la agencia católica polaca Kai, y ha sido organizado por los obispos polacos, con el apoyo también del presidente de Polonia, Andrzej Duda.

Durante su pontificado, Benedicto XVI reivindicó con frecuencia el derecho natural como lugar de encuentro para creyentes de diversas religiones o de ninguna, y abogó insistentemente por un diálogo fe y razón, señalando como patología el racionalismo extremo que se cierra a las preguntas de la religión, al tiempo que denunciaba que “no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”.

Pronunciamientos en ese sentido como su célebre discurso en Ratisbona (de esa intervención procede la cita anterior) fueron no pocas veces malinterpretados como hostiles hacia el islam.

A finales de abril, precisamente, el papa Francisco emprenderá un viaje a Egipto, epicentro de un importante debate en el seno de la comunidad musulmana sobre un concepto de ciudadanía integrador que no discrimine a las minorías religiosas.

Uno de los lugares que visitará el Obispo de Roma es la universidad de Al Azhar, en El Cairo, una de las principales instituciones académicas en el islam sunita, que rompió relaciones con el Vaticano después de que Benedicto XVI pidiera genéricamente protección para las minorías pocos días después de un atentado en Alejandría durante las celebraciones de año nuevo de 2011. Las autoridades egipcias interpretaron entonces esas palabras como una injerencia en sus asuntos internos.

En su carta al simposio de Varsovia, Benedicto pide a los líderes políticos polacos que desarrollen “urgentemente” una concepción de Estado que supere tanto el radicalismo laicista como el integrista. Como ejemplo, les pone a Juan Pablo II y al cardenal Stefan Wyszynski, obispo durante los años más duros del régimen comunista. Estas grandes personalidades que “Polonia ha dado a la humanidad”, afirma, marcan hoy el “camino hacia el futuro”.
Aleteia
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