“No es que sea malo tocar el dinero, porque también los apóstoles tenían caja, pero nosotros no lo tocamos ni lo queremos, porque sentimos en el fondo de nuestro corazón que Dios nos llama a esto”, dicen los pequeños frailes y pequeñas hermanas de Jesús y María, un instituto italiano presente en cinco diócesis de Italia y también en Estados Unidos.
Franciscanos y carmelitas a un tiempo, no pueden poseer nada propio. “En lo que concierne a nuestro sustento diario, vivimos siempre de la total Providencia, como Jesús. Sin la gracia de Dios, es imposible vivir así, pero con su gracia y nuestra buena voluntad es más fácil”, explican.

Estos frailes pobres viajan en misión para anunciar el Evangelio por ciudades y pueblos, invitando a vigilias de oración y catequesis, durante días, sin más sustento que la confianza en Dios.

Cuando se mueven en autostop, aprovechan cada viaje para hablar con sus benefactores: “Hacer autostop, pedir un pedacito de pan…, nos permite encontrar personas y hablarles de Jesús, invitarlos a los sacramentos, rezar juntos…”.

Como el día en que el fundador de la comunidad subió a un coche “y al final del trayecto el conductor le quería dar dinero. Dijo que no podía aceptarlo pero el hombre insistía. No era necesario, pero insistía otra vez. Al final nuestro fundador le dijo que el regalo más bello que le podía hacer era confesarse y acercarse a la Eucaristía…, y entonces esa persona empezó a llorar”.
Por Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Artículo publicado originalmente por Alfa y Omega
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