San Sabas
Uno de los santos anacoretas más influyentes de Oriente y gran defensor de la fe
Cerca de Jerusalén, san Sabas abad, que, nacido en Capadocia, se retiró al desierto de Judea, en donde fundó un nuevo estilo de vida eremítica en siete monasterios que se llamaron lauras, reuniendo a los solitarios bajo un superior. Vivió durante muchos años en la gran laura, que posteriormente llevó su nombre, brillando con el ejemplo de santidad y luchando esforzadamente por la fe de Calcedonia.
Uno de los santos anacoretas más influyentes de Oriente y gran defensor de la fe
Cerca de Jerusalén, san Sabas abad, que, nacido en Capadocia, se retiró al desierto de Judea, en donde fundó un nuevo estilo de vida eremítica en siete monasterios que se llamaron lauras, reuniendo a los solitarios bajo un superior. Vivió durante muchos años en la gran laura, que posteriormente llevó su nombre, brillando con el ejemplo de santidad y luchando esforzadamente por la fe de Calcedonia.
Su vida comienza en el año 439 al nacer en Mutalasca, en la
Capadocia. Tuvieron que cuidarlo sus tíos maternos y paternos cuando los
deberes militares requieren la presencia de su padre en Alejandría.
Desde muy pequeño advierte los afanes desmedidos de los mayores que
pelean entre sí por los beneficios que esperan conseguir de la
administración de los bienes que a él pertenecen.
Es admitido en el monasterio de Flaviano donde recibe educación. Allí
crece en ciencia y en virtud, conoce es estilo de vida de los monjes,
se empapa de su modo de vivir que le embelesa y, al tener edad, pide la
admisión en el monasterio con dieciocho años.
Con el permiso de su abad, en el 457, marcha a los Santos Lugares y
conoce los desiertos de Palestina. Pasa el invierno en el monasterio de
Pasarion. Se consolida en él el amor al silencio y a la austeridad y por
ello pasa al monasterio de Eutimio, próximo a Jerusalén, y luego a otro
dirigido por Teoctisto donde hay una estricta observancia y disciplina.
Su vida cobra verdadera dimensión de anacoreta en el apartamiento de
todo y de todos en su gruta. Allí consume el tiempo con la oración
abundante, la penitencia recia y el trabajo de hacer cestillos que lleva
al monasterio cada sábado regresando con palmas para reanudar su
trabajo. San Eutimio lo nombrará como "el joven viejo" para expresar en
una frase su madurez y profundidad al tiempo que su ímpetu y fortaleza. Y
lo conoce bien porque cada 14 de enero salen juntos al desierto de
Rufan donde se dedican a una inclemente penitencia hasta el domingo de
Ramos, considerando que este era el desierto donde Jesús vivió su
cuarentena después de su bautismo en el Jordán.
Nota relajo en el monasterio de Teoctisto y marcha al desierto del
Jordán donde en su cueva ha de luchar contra el demonio enrabietado que
le declara una guerra sangrienta: visiones, fantasmas, aullidos e
insultos que él combate con más oración y más penitencia.
Conocida su residencia y santidad acuden los fieles del lugar, con la
intención de recibir instrucción y aprender de su penitencia. Es
preciso entonces hacer cobertizos y bendecir un altar donde puedan decir
Misa los presbíteros del lugar. Ni él se juzgó con suficiente virtud ni
dignidad para ser sacerdote y afirmó que de ellas carecían algunos de
sus discípulos. Esto le granjeó dificultades que llegan en forma de
denuncia por enfermizo escrupuloso y odiosa rigidez hasta Salustio,
Patriarca de Jerusalén, que termina por conferirle las Ordenes Sagradas
delante de sus acusadores y dándoselo como superior.
Acuden a él fieles de todas partes; con frecuencia, también
presbíteros y obispos. Corre por el mundo cristiano el nombre de Sabas.
Es la hora de hacer más monasterios. Se impone la construcción de un
hospital donde puedan ser atendidos los peregrinos enfermos y, además,
se precisa un amplio local independiente para formar debidamente a los
novicios, separados de los viejos. Cada vez son más los que buscan su
guía.
El Patriarca de Jerusalén lo nombra exarca de todos los monjes, eremitas y anacoretas del desierto.
Ya nonagenario, al final de su vida, ha de luchar contra la herejía en la Iglesia.
Además, el anciano, pobre y enjuto monje es recibido por el mismo
emperador Justiniano a quien pide en conversación personal que se ocupe
de propiciar la defensa de la ortodoxia, de la verdadera fe. Luego
marcha a su cueva esperando el paso a la eternidad en el 531.
Fue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente.
Artículo publicado originalmente por Santopedia
Aleteia