El arzobispo, monseñor Julián Barrio, presidió esta tarde en la
Catedral la Eucaristía del Miércoles de Ceniza, rito penitencial con el
que la Iglesia comienza el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Un periodo
de llamada a la conversión personal y de preparación para la Pascua.
En su homilía, el arzobispo indicó que estas semanas son un tiempo de
gracia y recordó que la Iglesia propone la oración, el ayuno y la
limosna como instrumentos para crecer en la relación con Dios.
“La Cuaresma es una llamada”, dijo D. Julián, una muestra más de que
Dios “pronuncia nuestro nombre”, “nos ama” y “está pendiente de
nosotros”.